martes, 26 de abril de 2011

Correr y no correr la Intercampus de 2011

A mi sobrina Carla, con todo mi cariño.

A las nueve de la mañana había quedado con tu padre para ir a recoger el dorsal de la prueba. Iba a ser nuestra primera carrera juntos y el objetivo que nos habíamos marcado era correr los 10km en menos de una hora. La tarea no resultaría fácil porque la mañana salió calurosa y la última parte del recorrido picaba para arriba. Además de todo esto, entre el trabajo de tu padre, que le deja muy poco tiempo libre, y el final de tu gestación, apenas entrena uno o dos días a la semana en el mejor de los casos. Por lo que la tarea, como te decía, no iba a ser fácil.

El caso es que llamé por teléfono a Puyi, que así es como llamo cariñosamente a tu padre, y cuando me contesta oigo, detrás de su voz, el silencio. Y pienso: "Puff, este está en el hospital". Así era. Y es que, querida Carla, la noche anterior, sobre las 2 de la mañana, llamaste a la puerta, toc-toc, pidiendo paso porque ya querías ver qué pasaba por ahí afuera.

Aunque tu padre no correría, fui a recoger el dorsal y el chip que le correspondían. Porque para ti sería ese dorsal y con el chip algo se podría hacer. Imaginé que no sería reglamentario, y que si me veía algún juez de la carrera, me podría descalificar, pero como quería que mi hermano estuviera presente en "nuestra" carrera, sendos chips, el suyo y el mío, correrían paralelos hasta la meta.


Pero como ya desde antes de nacer eras buena, esperaste a que tu tío corriera. Me di prisa, apenas saludé a otros corredores y corredoras que iba encontrando por el camino; Ana, Cristina, ni siquiera pregunté por Mario, por no entretenerme, aunque sabía que por allí estaba. Así, a los 46 minutos crucé la meta, volví raudo a Getafe, me duché y al hospital, exultantes, tu tía María Luisa y yo.
Unas horas después, mientras esperábamos todos en el hospital, viniste a la vida. Querías estar para dar la bienvenida a la primavera y saludar, antes, a la Luna llena. Pero no una cualquiera, sino la más grande y más próxima a la Tierra de los últimos 20 años. Hasta en el Telediario dieron la noticia (de lo de la Luna, no de tu nacimiento, tranquila).

Y así fue como viniste al mundo, eso fue lo que pasó durante el día. Bueno, eso, y más cosas; por ejemplo, dile a tu madre que te cuente lo que desayunó ese día, cuando llegó al hospital.

A las 21.40 horas del 20 de marzo de 2011, por fin, llegaste tú, alumbrada por la Luna llena que te puso, para alegrar nuestras vidas, a los pies de la primavera.

Y para finalizar, te pregunto:

¿Cómo se puede querer a una persona ya desde antes de nacer, querida Carla?



Listo para la carrera

                                                            


sábado, 19 de marzo de 2011

XXXI Media Maratón Ciudad Universitaria


La primera peculiaridad de esta carrera es que tiene un circuito de 7 kilómetros y tú decides si quieres dar una, dos o tres vueltas, completando así la media maratón.

   El  recorrido,  a  priori,  tira  para  atrás  porque  dar  3  vueltas  a  un  circuito, cual ratón sometido a experimento, no es muy recomendable. Virajes forzados, vehículos estacionados de forma asimétrica, vías estrechas para el número de corredores que allí nos congregamos, los primeros clasificados serpenteando para adelantar a los doblados, etc., son los puntos negativos que vi en esta carrera.

   A pesar de todo esto, la mañana fue productiva porque disfruté, que es de lo que se trata.

   La carrera la empezamos un buen equipo: Santi, Miguel, Fabio, Memole, Mario y Logan. Estos tres últimos, que eran incapaces de llevar nuestro ritmo trotón, como de turista despistado, antes de cubrir el primer kilómetro nos dijeron delicadamente que iban a tirar un poquillo. Lógico, habían ido a correr.

   Santi y Fabio nos dieron unos metros de ventaja que crecía paulatinamente pero siempre manteniendo contacto visual con ellos. Así, fuimos Miguel y yo charlando a ratos y haciéndonos llevaderos los kilómetros hasta casi el final de la segunda vuelta. En el km 12 Miguel apretó el paso porque le quedaban dos km y terminaría la carrera. De esta manera, los últimos 9 km eran para mí. Aunque duró poco la soledad pues coincidí con Marco, antiguo compañero del equipo de fútbol y al que hacía mucho tiempo que no veía. Toda una sorpresa con la que no contaba. Tras un ratito de charla seguí tirando hasta ganar la pista de ceniza y entrar en meta.

   Fue la primera media maratón que no acabé cansado porque acudí a ella algo mermado por un ligero dolor en los ligamentos laterales de sendas rodillas y debido a eso no quise forzar la máquina. Me lo tomé como un entrenamiento en compañía.

   Y así fue como una vez más se corrió un domingo.

   Y sumando.